Hoy han sido nombrados nuevos doctores de la Iglesia a San Juan de Ávila y Santa Hildegard von Bingen. Es decir, que la Iglesia reconoce en ellos una doctrina especialmente acertada para todos los tiempos, como ayuda y axilio para comprender la revelación. Guías seguras y firmes, con su vida y su palabra, maestros en la fe para muchos. Personas que se adentraron en el conocimiento de Cristo con todo su ser, al tiempo que son pedagógicos, grandes comunicadores, educadores en los misterios del Reino.

Y me pregunto si dentro de unos años no existirán reconocidos doctores de la Iglesia que hoy escriben en Twitter, en Blogs, que utilizan Facebook. Es decir, si no existen ya santos utilizando los medios de comunicación, doctores incluso. Cuya doctrina y discernimiento nos pueda ayudar, más allá de lo técnico y de los recursos, por su forma evangélica de tratar y dialogar a cada persona, de hablar a todos llegando a cada uno, de suscitar la conversión y la adhesión mayor a la fe, de sorprender con sus excentricidades y de hacerse cotidianos con sus propuestas. Igualmente santos sirviendo a través de los medios. Cuyas vidas se traslucen en píldoras de 140 caracteres que tocan los corazones, que son propicios para un diálogo y encuentro mayor, que conviertan vidas al Evangelio llamándolas y aproximándolas, que sepan servirse de todos estos medios para el Evangelio, Palabra que sigue llegando a todos en este nuevo continente. Que a través de una imagen dan la vuelta al mundo. Personas que no sólo cuidan del diálogo con los no creyentes en la mision ad gentes, sino que también saben cautivar y atraer, educar y formar la fe de los bautizados que se sienten alejados o fríos en su vida cristiana.

Me atrevo a decir que sí. Que ya existen. Aunque no soy yo quien lo tiene que decir, y convenga esperar y ser prudente. Pero esta convicción me ayuda a buscar, a estar atento, a ser fiel, a preguntar de otro modo, a admirarme con lo que la Iglesia celebra hoy y desear que ese don siga y continúe creciendo. Porque Hildegard y Juan fueron maestros en su tiempo, y para todos los tiempos, y nuestra época también está bajo la acción del mismo Espíritu, que provoca y reclama.

También en nuestro tiempo el Espíritu Santo ha suscitado en la Iglesia un nuevo impulso para anunciar la Buena Noticia, un dinamismo espiritual y pastoral que ha encontrado su expresión más universal y su impulso más autorizado en el Concilio Ecuménico Vaticano II. Este renovado dinamismo de evangelización produce un influjo beneficioso sobre las dos «ramas» especificas que se desarrollan a partir de ella, es decir, por una parte, la missio ad gentes, esto es el anuncio del Evangelio a aquellos que aun no conocen a Jesucristo y su mensaje de salvación; y, por otra parte, la nueva evangelización, orientada principalmente a las personas que, aun estando bautizadas, se han alejado de la Iglesia, y viven sin tener en cuenta la praxis cristiana.(Benedicto XVI, Homilía de la proclamación de S. Juan de Ávila y Sta. Hildegard von Bingen como Doctores de la Iglesia, 7 de octubre de 2012)

No hablo, y hago la anotación precisa por si alguien se confunde, de perfiles que toman el nombre de personas que no escriben ya, para reproducir sus escritos. Perfiles de fundadores de concregaciones, de otros santos, de nombres con renombre. No hablo de ellos, sino de todos. Toda celebración de la Iglesia es recuerdo y actualización, pasado-presente-futuro. Porque me parece que la celebración de toda la Iglesia se vuelve reclamo para dejarse mover por el Espíritu en la red de un modo distinto, con mayor sabiduría, con mayor pedagogía, con mayor actitud de servicio hacia la Iglesia, con mayor celo por su misión, con mayor entrega a los hombres, con mayor discernimiento. Hablo, insisto y perdón por ello, de la vocación de todo católico en Twitter, en Facebook, en su Blog, donde sea de vivir según el Espíritu y en docilidad a él, con inteligencia y amor.

Un abrazo fraterno, @josefer_juan