Es la misma pasión de nuestro Señor, pero esta vez en tiempo real

Roma, 25 de enero de 2013 (Zenit.org).- La llegada del papa a Twitter ha generado reacciones de todo tipo; el hecho de que un papa pase a ser usuario de la segunda red social más grande de Internet no deja indiferente a nadie. Cada uno tiene su opinión sobre lo que significa este acontecimiento. Algunos interpretan que es un deseo de modernidad, de actualización vaticana, con la finalidad de mejorar la imagen del papa y por extensión de la Iglesia. Esta es una lectura fácil, de poca profundidad, y que está muy lejos de comprender el calado y alcance de esta iniciativa.

La clave de interpretación nos la dan los últimos mensajes que el santo padre ha publicado con motivo de las Jornadas de las Comunicaciones Sociales. En ellos se ve cómo la Iglesia ha comprendido de forma admirable el hecho de que Internet no es solo un instrumento de comunicación, si no sobretodo un ámbito, un lugar donde se da el encuentro entre personas y se desarrollan las relaciones.

Presencia real

La Red es un mundo habitado, de ahí que el papa a menudo lo nombre como Continente Digital. Benedicto XVI lo ha tenido claro desde el principio: «allí donde está la gente allí también debe estar el papa», ya sea a través de News.va, del canal Vaticano en Youtube o de la cuenta en Twitter.

Sin embargo, existe todavía un fuerte prejuicio sobre las redes sociales que lleva a pensar que las relaciones que se sostienen en ellas no son verdaderas, sanas, auténticas. La cuestión consiste en confrontar la amistad en la red social con la amistad en el ámbito físico. En la comparación descubrimos, ciertamente, que en el encuentro físico la riqueza es mucho mayor, y es que el ámbito digital no sustituye al físico, más bien se integran. El reto, por tanto, no es contraponerlos, si no establecer una plena continuidad entre los dos. La tarea de la Iglesia no es tanto conseguir que Internet se use bien, como enseñar a los hombres y mujeres a vivir bien en el tiempo de la Red.

Como a menudo repite el padre Antonio Spadaro, jesuita consejero del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, la información ya no solo se transmite (Broadcasting), si no que sobre todo se comparte (Share). Esta forma de comunicarse compromete mucho más al sujeto en el acto comunicativo. Podríamos decir que lo expone más, pone en juego no solo sus ideas, sino también su identidad, su persona. Este tipo de comunicación expresa mejor el modo en que Dios se revela, se comunica.

Dar la vida

La revelación no es tanto una transmisión que Dios hace de contenidos, si no como dice la Dei Verbum, “un comunicarse (de Dios) a sí mismo”, esto es Jesucristo, la Palabra encarnada. La encarnación supone la exposición total de Dios, y es esta vida compartida, comprometida y entregada de Cristo, la que nos ha salvado. A mi parecer es esta exposición, la de compartir y darse a sí mismo, la que el papa quiere expresar a través de Twitter.

Algo que puede escandalizar a muchos es descubrir que una simple búsqueda en Twitter de «@Pontifex» (la cuenta del papa), arroja cientos de resultados repletos de insultos, blasfemias y burlas. Es la misma pasión de nuestro Señor, pero esta vez en tiempo real y acometida por hombres y mujeres de hoy. ¿Es esto un efecto colateral de la exposición que hay que soportar como mal menor?

O acaso, ¿no será el inevitable sendero de la persecución que ha de recorrer la Iglesia una y otra vez en la historia para ser causa de salvación? ¿Será tan fuerte el escándalo que produce todo este odio, como para pedirle al papa que abandone su presencia en las redes sociales y cierre su cuenta en Twitter?

Daniel Pajuelo Vázquez es religioso marianista. Fundador de imision.org.

Léelo en su origen.

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