Lo primero que me sorprende es el tema de los hashtags. Ya nos referimos a grupos de personas uniéndolos bajo palabras seguidas de almohadillas o arrobas. Algo querrá decir todo este asunto, nada virtual y muy real. Lo constatamos aquellos que nos vemos unidos y relacionados por estos signos. De hecho, podemos decir que la Iglesia es experta, porque son muchas personas las que han sido unidas durante siglos bajo el signo de la Cruz. Constato que lo de los signos como vínculos tiene muchos siglos, y también ha sido vivido religiosamente.
Lo segundo, compartir mi experiencia personal. #iMision estaba presente en el Congreso Nacional de Pastoral Juvenil celebrado en Valencia mucho antes de su inicio. A través de @cnpj2012 ya estábamos siguiéndolo. De hecho, nos dábamos cita algunas personas que ya nos conocíamos en la red y fuera de la red, o sólo en uno de esos dos espacios. Participar de este seguimiento nos pone en la misma línea y anuncia que nos íbamos a encontrar allí, durante esos días en lo mismo. ¿Sólo presencialmente? En absoluto.
Participar en el Congreso supuso, para más de 200 personas estar atendiendo y twitteando, compartiendo palabras, impresiones e imágenes, al mismo tiempo. Todo se sucedía en la red, abriéndolo a quienes allí no estaban. Multiplicando información, en función de la capacidad de cada uno. Dando posibilidad de este modo a escuchar, hacer intervenciones y apreciaciones a quienes físicamente no estaban, y seguir compartiendo y difundiendo el Congreso con más personas que, quizá incluso, no sabían que se iba a celebrar. Las paredes de toda la vida ya no son las mismas. Hay muros que claramente se han traspasado. Y se cuchichea con mayor silencio en la red, aunque se posee de este modo una palabra más amplia. ¿Las cosas están cambiando? ¡Claramente!
Por otro lado, pudimos constatar que #iMision era conocida, seguida y suscitaba preguntas e interrogantes. Quienes sabían un poco explicaban, quedaban con otros, se sumaban personas. Quienes ya lo conocían, y se habían relacionado en las quedadas, quisieron verse en persona, sacarse la foto juntos, compartir experiencias. O dicho de otro modo, intensificar notablemente en lazo que la red había generado.¿En qué terminarán estos encuentros? Todavía no lo sabemos. Al menos yo no puedo valorar un horizonte. Pero, sea lo que sea, vamos en común, caminamos y creamos todos juntos, y el Evangelio se ve fortalecido tanto en el Pueblo que lo recibe como en el Pueblo que lo comparte. Esto también significa iglesia, aunque no toda, como siempre.
Lo último que aporto en mi reflexión ya lo dije en un tweet. Antes asistías a un congreso y te llevabas materiales, en una mochila o carpeta, y ahora has creado una red inmensa de vida cotidiana. Porque la red, para quienes no lo sepan aún, construye o teje vínculos ordinarios y evangelizadores, abre espacios y recursos de todo tipo, pero fundamentalmente personas, que se hacen eco de su vida y están aquí. Con sus blogs, con sus perfiles, con sus proyectos, con sus fotos, con sus videos, con sus inquietudes, con su propia vida, preguntas y búsquedas.