El 5º punto del iDecálogo de iMisión dice:
SOMOS PUEBLO, COMUNIDAD. Tan significativo como el testimonio personal es el testimonio comunitario. Una comunidad de testigos, acogedora y abierta, capaz de acompañar hacia Cristo a los que se acercan, tiene mucho más fuerza e impacto para iEvangelizar que los proyectos personales aislados.
iMisión es una Comunidad católica abierta. Desde los miembros del staff hasta los colaboradores que en ella participan, son personas de distintos países y carismas que sienten la llamada a ser misioneros también en Internet.
Por una parte, el iMisionero debe sentir esa pertenencia a la Comunidad eclesial y particular, por la que se siente enviado a anunciar el Evangelio. Por otra parte, con esa responsabilidad del que es enviado, el iMisionero es testigo de Aquel que le envía. De manera que no se puede ser iMisionero fuera de la Iglesia y no se puede ser Iglesia si no se muestra el rostro de Cristo.
Es así como iMisión quiere “ser el rostro amable de la Iglesia” representando su catolicidad y su acogida a todos en un diálogo que se abre también a los no creyentes. Porque el mensaje de Cristo es para todos. Incluso para los llamados ‘trolls’ que nos insultan. Sobre todo ellos necesitan, más que nadie, de alguien que les haga visible el rostro más tierno y misericordioso de la Iglesia.
Los iMisioneros están convencidos de que es en la Comunidad y la comunión cuando la iEvangelización gana fuerza e impacto. El Espíritu Santo encontró a los discípulos reunidos junto a María. No los fue buscando a uno por uno.
Trabajar en equipo es cierto que a veces puede hacer el trabajo más difícil. Pero siempre son mucho mayores las ventajas. Citaremos algunas más evidentes:
1) La misma vida comunitaria, aunque sea virtual, siempre conlleva una cierta ascesis porque los roces y el egoísmo humano son una realidad inevitable en todo grupo. Pero aunque el individualismo y el protagonismo sean una tentación muy propia de las redes sociales, el iMisionero sabe que no puede dejarse llevar de ello. Tiene una Comunidad que, simplemente por el modo de trabajar en equipo, le ‘obliga’ a la renuncia, al desprendimiento y a la humildad.
2) La riqueza de dones que cada uno pone al servicio de la Comunidad favorece el conseguir más rápido las metas. Lo que uno no sabe hacer, lo sabe hacer el otro. En donde uno no puede llegar, siempre hay otro que le supla. La diversidad es una riqueza imposible de lograr en personalismos individualistas. De esta manera la misión siempre sale adelante.
3) La facilidad para crear sinergias es mucho mayor. De ahí que el impacto y la fuerza de iEvangelizar también sea mayor. Y la creatividad también es mayor. Lo que no se le ocurre a uno, se le ocurre a otro.
4) Se llega a más personas. La ley tan propia de Internet de los tres grados de influencia lo explica perfectamente. Cuantos más somos, más posibilidades tenemos de influir en más personas. Por una lado, de llevar el Evangelio a más gente. Por otro, de tener más colaboradores.
Tenemos mucho que aportar al mundo, nada menos que el Evangelio. No podemos detenernos en individualismos, ni protagonismos, ni narcisismos. Jesús envió a los doce de dos en dos, pero siempre como enviados de una Comunidad.