Cada año, con motivo de la fiesta de San Francisco de Sales, se publica un mensaje del Santo Padre dirigido con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones. En enero de 2013 se celebrará esta dedicación especial en su 47 edición. Un mensaje que, si bien en un principio podríamos considerar específico de los profesionales de la comunicación, hoy por hoy tiene un alcance mundial gracias a la alta presencia de cristianos en internet y las redes sociales.

Este fin de semana se ha hecho público a través de los medios que la Jornada que llega se centrará particularmente en las redes sociales, fenómeno en el que además de participar conviene reflexionar cómo estamos y qué transformaciones ha provocado en nuestro mundo. Algo que, por otro lado, viene repitiéndose insistentemente en la última década, fenónome que no puede obviarse ni olvidarse.

Antes de que llegue a nuestras manos el mensaje, os invito a echar una mirada hacia atrás, a los mensajes publicados por Benedicto XVI durante su papado, es decir, desde 2006. Un repaso a 7 mensajes, en los que aporta matices diferentes y mantiene una línea común de esperanza, creyendo en la bondad de las redes sociales y de internet, y avisando al mismo tiempo de los peligros notables que tiene su uso desordenado. Entre otras cosas esta mirada nos hará vencer el consumismo, sin más, de noticias y de documentos, y podemos buescar en ellos nutrir nuestra vida cristiana y reflexionar pausadamente. Quizá en ellos encontremos claves fundamentales que ir azuzando y con las que ir avivando nuestra fe y nutriendo la presencia en las redes sociales:

 

Año 2006. Los medios: red de comunicación, comunión y colaboración. Ante el rápido crecimiento y desarrollo de los medios de comunicación, que superan ciertas barreras del tiempo y el espacio, hay una llamada a la responsabilidad, a no dejar que estas posibilidades caigan en mera instrumentalización y se orienten al bien común y la justicia, a la promoción de la verdad y de la paz. En comunión con Juan Pablo II expone tres pasos para una presencia constructiva: uso responsable y crítico, inteligente y apropiado; la participación en los medios es un bien destinado a toda persona; son medios excelentes para potenciar el diálogo, el intercambio de conocimientos, la expresión de la solidaridad y los vínculos de paz.

Año 2007. Los niños y los medios de comunicación: un reto para la educación. Un aspecto de crucial importancia, encuadrado en un año que para la Iglesia estuvo dedicado especialmente a la infancia. Se subrayan dos dimensiones en la relación entre los niños y los medios: cómo los medios se constituyen en agentes de formación, y cómo son preparados los niños para enfrentarse a un mundo cada día más tecnologizado y mediatizado. En el primer plano se llama a la responsabilidad de todos, especialmente de las familias, de modo que se garantice un uso prudente y coherente de los mismos. En el segundo plano, invita a afrontar la tarea con positividad, como un medio que permite un mayor acceso a la educación integral de las personas. En cualquier caso, termina subrayando que cualquier esfuerzo específico en este sentido se debe comprender dentro de una acción mucho más amplia: la educación para la libertad, para la verdad, la bondad y la belleza.

Año 2008. Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la verdad para compartirla. Reconoce en un primer momento que todos los avances han servicio indiscutiblemente para incrementar la educación, la comunicación entre naciones, exposición de ideas, y para la solidaridad y la paz. Una visión muy positiva y optimista, que le lleva a considerar en un segundo momento el peligro, por su misma fuerza demostrada para el bien, de convertirse en sistemas dedicados a someter al hombre a lógicas dictadas por los intereses dominantes del momento. Es decir, ver reducido el espectro de la comunicación al de la ideología y de la propaganda, manipulando conciencias y creando acontecimientos. Esta encrucijada es signo de la ambigüedad del progreso. Por ello hemos de estar atentos y considerar el papel de los medios dentro de la cuestión antropológica, evitando que sean desprovistos de la dignidad y la finalidad propia del hombre, y que se pongan al servicio del consumismo y del relativismo ético. El hombre tiene sed de verdad, y los medios y redes pueden significar un medio propicio para su encuentro.

Año 2009. Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura de respeto, de diálogo, de amistad. La generación digital se relaciona de modo diverso al conocido hasta el momento, impensable para otras generaciones. Siendo un don excelente para la humanidad, se debe intentar que sus ventajas se pongan al servicio de todos los seres humanos. La tendencia humana de ir más allá de sí mismo, al encuentro del otro, se potencia enormemente en estos tiempos. Debemos ver un signo y llamada de la realización de nuestras más profundas aspiraciones, deseadas también por el Creador. En esta comunicación humana se crean vínculos de amor verdadero, que iluminan toda nuestra vida. Por ello, la industria de la comunicación debe comprometerse a respetar la dignidad y el valor de toda persona. En el contacto y relaciones que se produce en el ciberespacio crece la exposición y conocimiento de valores y tradiciones de otros, en un mundo globalizado. Esta novedad nos debe empujar a escuchar atentamente, a la tolerancia y el respeto. Por otro lado, la palabra «amistad» va cambiado de significado, y debemos tener cuidado en no banalizarla y no reducir su experiencia. La amistad es un gran bien para las personas, no un fin en sí misma, sino que encuentra su sentido más allá incluso de la misma relación. Termina haciendo una llamda especial a los jóvenes católicos para que exhorten y anuncien el Evangelio en la red, y no nieguen su identidad, para convertirse en verdaderos mensajeros de una Palabra que el mundo desea encontrar.

Año 2010. El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra. Al ser el Año sacerdotal, también el mensaje se encuadra dentro de todo el año. La iglesia es conscientes de la presencia de los sacerdotes en los medios de comunicación, especialmente en internet, pero sobre todo sabe y ama el don que han recibido en su ministerio, que les constituye en el servicio a la Palabra y de la Palabra. En este sentido, se pide que se potencie la difusión en los medios de su ministerio, de forma responsable y atenta, propiciando el encuentro, ampliando fronteras especialmente con aquellos que buscan y se interrogan. Pero también les llama a una comunicación transparente y formada, como testigos y maestros.

Año 2011. Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital. Ya se habla directamente de la transformación cultural que está provocando internet. No sólo es un medio, sino elemento de radical impacto en la cultura y las relaciones sociales. No se trata sólo de difundir conocimiento, sino de un modo nuevo y distinto de aprender y de pensar, de relacionarse y construir lazos. Lo cual, además de invitarnos al asombro por los avances y la inteligencia humana, nos pone en aviso de su necesaria construcción respetando la dignidad y valor del ser humano. En este sentido, el mensaje pone el acento en las redes sociales y en la necesidad de ser una persona que comunica desde la autenticidad y la reflexión, esto es, implicándose en aquello que dice, en las relaciones, en el intercambio personal de forma coherente en el propio perfil y en las preferencias. Al mismo tiempo, la evangelización en la red puede contaminarse de lógicas típicas de la misma, como los índices de popularidad, la cantidad de atención que provoca, sin integridad y un tanto desvirtuada, el consumo y el disfrute. Por lo tanto, conviene estar atentos a estos peligros y confusiones respecto de la verdad del ser humano y de sus relaciones, y crear cada vez más lazos de confianza y creatividad responsable, ya que la red es parte integrante de la vida del ser humano.

Año 2012. Silencio y palabra: camino de evangelización. Un mensaje que sorprendió al mundo, que nos devuelve a las fuentes de la verdadera comunicación humana, y la donación de nosotros mismos en la relación. Una llamada a la densidad de nuestras formas, indistintamente de su longitud y brevedad, para que hablen desde el corazón de Dios al corazón del mundo. Un reclamo a considerar cómo gran parte de la comunicación humana se debe a una lógica de preguntas y respuestas, encadenadas. Preguntas que para ser bien atendidas reclaman el silencio y la escucha atenta. Y que también, para ser respondidas con hondura y verdad, piden un tiempo de silencio y de reflexión. Es entonces cuando la comunicación humana adquiere toda su plenitud, evita el riesgo del vacío y de la superficialidad, y descubre su rostro más humano, más religioso, más divino. En este sentido, el mensaje nos devuelve una mirada sobre cómo Dios se ha comunicado al mundo en la historia de la salvación, y cómo el hombre en cada siglo ha respondido con contemplación y admiración a la revelación con la fe y la entrega generosa de sí mismo.

Sin duda alguna, nuestra presencia evangelizadora en la red necesita de muchas de las claves expuestas aquí. Me atrevería a subrayar finalmente tres principales: la verdadera comunicación, en la Palabra de Dios dirigida a los hombres y en la donación de sí mismos; la llamada a la comunión y la identidad personal, también en las redes, al igual que en toda la vida cristiana, sin conexión ni desconexión del don que hemos recibido; y la necesidad de ejercer un pensamiento crítico y exponer un mensaje libre y confiando a los hombres que buscan.

Sin más, atentamente, y deseando que genere en vosotros reflexión. @josefer_juan